Creeping horror from the depths of time and space!
SEE teenagers vs. the saucer men!
SEE disembodied hand that crawls!
SEE the night the world nearly ended!
SEE earth attacked by flying saucers!
Siempre resulta interesante detenerse a observar la evolución y genealogía de las imágenes, de las convenciones genéricas y de los arquetipos; y lo determinante del contexto socio-histórico a la hora de representarla. Esta es precisamente una de las premisas básicas del excelente ensayo de David J. Skal The monster show, del que aquí cito un fragmento en el que habla sobre los BEMs.
"[...] Otra faceta extremadamente interesante de las películas de monstruos de los cincuenta son las abundantes imágenes de ojos saltones y (particularmente) de cerebros hipertrofiados. En conjunto, presentan una imagen de sobrecarga visual/mental intensa e insoportable, una descripción que podría tener más relevancia para el nivel sin precedentes de bombardeo mediático (principalmente a cargo de la televisión) en los cincuenta que para cualquier posible fisiología de los seres extraterrestres. (...) El futuro consistía en asimilar imágenes y procesar información; los ojos y el cerebro eran las únicas partes útiles que le quedaban al cuerpo humano." (Fragmento extraído del imprescindible y altísimamente recomendable libro de David J. Skal The Monster show, a cultural history of horror, editado y traducido al español por Valdemar en su colección Intempestivas).Invasion of the Saucer Men (1957) -que fue estrenada gracias a la distribuidora AIP (American International Pictures) en una sesión doble junto a I was a teenage werewolf (1957)- es una de esas películas, carne de drive-in, en las que aparecen BEMs y no son unos cualquiera. Son unos BEMs exageradamente abombillados y rellenos de alcohol puro que segregan por sus bocas, y por una suerte de agujas hipodérmicas extensibles que salen de las puntas de sus dedos. Con ellas, atacan a sus víctimas y les pinchan el alcohol, poniéndolos bien taja. Los héroes que terminan con este ser invasor son un grupo de jóvenes capitaneados por una pareja enamorada. Para ello, hacen uso de los faros de sus coches, cuya luz destruye a esos aliens. La aleccionadora metáfora socio-educativa es más que evidente.
Sea por el motivo que propone David J. Skal o por lecturas más simplistas y convencionales -como el imperecedero temor de los seres humanos a los insectos- el caso es que estos cabeza-coliflor han sedimentado en la cultura visual; ejemplo de ello son dos personajes de dos series de animación contemporáneas: Dragon Ball Z y Futurama.
En el caso de Futurama no deja de ser relevante que Morbo sea presentador del telediario, un filtro de información para el espectador. Es decir, no es ya solo la imagen que representa la sobreabundancia informativa y mediática a la que está sometida el espectador y que, en el caso de Invasion of the saucer men supone una amenaza, sino que está integrada en la misma, forma parte del proceso informativo y esa sobreabundancia está cotidianizada y asumida. No obstante, bien conocidos son los accesos de ira de Morbo y su conducta bipolar (no hay más que ver el vídeo adjuntado).
En Dragon Ball Z, anterior a Futurama, podemos encontrarnos con los llamados Saibaiman, aunque tengo serias dudas de que realmente los llamaran así cuando yo veía Bola de Drac Z. Estas criaturas -coliflores en toda regla- nacían de la tierra, de unas semillas previamente plantadas por Nappa, el colega calvo de Vegeta. Hay otra clara diferencia respecto a los de Invasion of the Saucer Men: la cabeza del Saibaiman tiene más pinta de polla o culo; digamos que la analogía visual es más clara. Se respeta el color del bicho -el de los afiches, porque el film es en blanco y negro- y la segregación de líquidos interiores (ácido, en este caso; probablemente debido a la influencia del Alien de Ridley Scott); líquidos interiores que no dejan lugar a dudas de que es más una polla que un culo.
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