Hace unos meses cayó en mis manos un volumen singular. Su cubierta, polvorienta y arenosa, contrastaba con su interior, que se había mantenido limpio e inmaculado, si bien sus páginas estaban algo amarillentas en sus contornos, consumidas por el tiempo que llevaba cerrado. Todo ello síntoma inequívoco de que en manos de sus anteriores propietarios no había sido más que un libro de relleno, de decoración, un libro-adorno por cuyo lomo habrán transitado decenas de ácaros e insectos de polvo varios.
El tomo forma parte de una ambiciosa colección de origen alemán llamada El hombre en su mundo, que Círculo de Lectores editó en 1975. El título del volumen en cuestión: Futuro - una imagen del mundo de mañana. El contenido es impagable: toda una serie de prospecciones del futuro próximo que uno podía imaginar en 1975. Un compendio de conclusiones a las que llegaron investigadores científicos, analistas y filósofos al observar el mundo que les rodeaba y elucubrando sobre adónde podían llevarles las innovaciones y progresos técnicas; estas visiones futurólogas tienen, según el libro, una base científica y plausible. Y esta aclaración es fundamental porque el autor, Ulrich Schippke, ve necesario apostillar que estas proyecciones no son una patochada sinsentido extraídas de la mente de un idiota con ínfulas de experto futurólogo, que es lo que muchos lectores podrían pensar al leer ciertos epígrafes del libro.
Hay mucha tela que cortar, predicciones en torno a la superpoblación, la energía, la alimentación, la ciudad convertida en estación espacial, el tráfico y los platillos volantes, la técnica y la inteligencia artificial, la televisión, la atmósfera, la colonización del mundo submarino, el traslado de fábricas al espacio, niños con garantía de calidad, la conquista de la eternidad, progresos en la conducta y comportamiento humanos... etc. En definitiva, un libro, que es un tesoro.
He aquí la cubierta del libro:
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