martes, 9 de noviembre de 2010

El final es relativo

Vivimos tiempos de finales parciales, de finales autoconscientes, de anti-finales, de meta-finales, de finales que son principios, de finales mútiples, de finales abiertos, de finales, en definitiva, que se anulan a sí mismos. En una era en que entendemos el texto como un hipertexto, donde la cola de una idea suele ser la cabeza de otra, el final, forzosamente, pierde importancia. Nuestra experiencia de una historia, de un relato, acostumbra a extenderse y prolongarse en materiales extra. Por ejemplo, los de un DVD (cuando los contiene) donde, además de ofrecernos nueva información que agregar a nuestro visionado de la película y que nos impele a reelaborar nuestra lectura de las imágenes y a alcanzar nuevas conclusiones, puede contener una variedad de finales alternativos que podemos sustituir por el original en caso de que éste no nos haya gustado.

El final se relativiza, se diluye, se disemina en nuevas historias para ser reconstruidas y reorganizadas, más o menos como nos plazca. Como en el mito de Edipo, hay historias que empiezan cuando ya ha pasado todo y el desarrollo de la misma consiste en la investigación del origen, en una vuelta atrás para comprenderlo todo. Memento, de Christopher Nolan, es el extremo de esta idea: avanza retrocediendo. El final, por tanto, es el principio.

La página web How it should have ended aporta su grano de arena a esta cuestión y propone nuevos finales, en clave cómica, para algunas de las películas y series más vistas de los últimos años. No tienen desperdicio. El final es relativo, sí, pero todavía existe el final oficial, el que compartimos en una tertulia de café. Y que te lo cuenten no deja de ser una putada, así que aquellos que no hayáis visto alguna de las películas sobre las que se bromea con su final, absteneros de ver los ejemplos que copio abajo. Quedáis avisados.















1 comentario:

  1. jajajajajaja
    Qué bueno el post, gracias por alegrarme la mañana!

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