Existe un momento difícil de olvidar, único e irrepetible, para la gente de mi generación aficionada a los videojuegos. Una piedra de toque, un antes y un después en los videojuegos. Una de esas imágenes que uno contempla patidifuso, con cierto escepticismo -"No me creo lo que está pasando"-, con cara de gato OMG y, al tiempo, inigualable emoción, pasión y, también, agradecimiento.
Porque aquello que pudimos experimentar una legión de fans del Sonic, con el que tantas horas de entretenimiento habíamos pasado, completando una y otra vez el mismo videojuego, iniciando siempre desde cero la partida -recordemos que, por aquel entonces, no era posible guardar la partida en un punto concreto para recuperarlo más tarde-, memorizando los escenarios y los movimientos de nuestro personaje predilecto, tratando de completar pantallas en un tiempo récord, realizando carreras contrarreloj para ver quién se las pasaba en menor duración..., aquello que pudimos experimentar, decía, fue un regalo, un gesto de complicidad, una genialidad del equipo de SEGA que incorporó en la segunda parte de su videojuego más famoso y exitoso la posibilidad de convertir a Sonic en súper guerrer, súper saiyán, súper guerrero o como quiera que se le llamara dependiendo de la ubicación geográfica.
Este momento videojueguil tuvo tanta importancia para nosotros porque no era sino el reflejo de otro momento de otro producto igualmente emocionante, único e irrepetible. Por aquel entonces, en nuestras televisiones triunfaba Bola de drac Z, Bola de Dragón Z, Dragon Ball Z, o como quiera que se le llamara dependiendo de la ubicación geográfica.
Freezer, uno de los mejores monstruos de una serie de televisión de todos los tiempos, se encontraba en su última transformación -la mejor de todas- y estaba dándole candela a Son Goku y sus amigos sin solución de continuidad. En un alarde de poder y soberbia, Freezer levanta a Krilín del suelo -el mejor amigo de Goku, que le había acompañado desde su infancia en infinitas aventuras- y lo hace estallar en el cielo ante la impotente mirada de Goku y de su hijo Gohan. En ese momento, el archienemigo de Vegeta decide que ya ha sido suficiente, que es momento de cambiar las tornas, y de su ira nace el súperguerrer con la alegre promesa de zurrarle en el cielo de la boca a Freezer, su némesis.
Sonic transformándose en súperguerrer es un trasunto de ese momento. Aprovechando el tirón del mismo en la cultura popular, SEGA recoge la semilla sembrada por Bola de drac y la aplica a su personaje estrella. Bastaban 60 anillos y un salto para ver a SuperSonic y empezar a babear ante la pantalla.
Hace ya varios años que SEGA dejó de fabricar consolas y de competir en el mercado del Hardware. La PlayStation de Sony ganó la partida y, así como Nintendo sí fue capaz de sobrevivir, SEGA se quedó en el camino. Actualmente, sigue desarrollando y programando videojuegos y ha colaborado en más de una ocasión con Nintendo, la que fuera su más dura competidora en aquellos años.
Pero muchos de nosotros siempre le estaremos agradecidos por habernos regalado ese momento y ese argumento. Porque en una de las conversaciones más habituales de aquellos tiempos (Sega vs. Nintendo, Sonic vs. Mario), nos habían servido en bandeja el argumento definitivo que zanjaba una discusión que podía llevar horas:
- SuperMario tiene muchas más pantallas, es más difícil, más dinámico, tiene más personajes, es más divertido y más largo.
- Ya, pero es que Sonic, se transforma en súperguerrer...
Sonic había alcanzado la eternidad.
Hace ya varios años que SEGA dejó de fabricar consolas y de competir en el mercado del Hardware. La PlayStation de Sony ganó la partida y, así como Nintendo sí fue capaz de sobrevivir, SEGA se quedó en el camino. Actualmente, sigue desarrollando y programando videojuegos y ha colaborado en más de una ocasión con Nintendo, la que fuera su más dura competidora en aquellos años.
Pero muchos de nosotros siempre le estaremos agradecidos por habernos regalado ese momento y ese argumento. Porque en una de las conversaciones más habituales de aquellos tiempos (Sega vs. Nintendo, Sonic vs. Mario), nos habían servido en bandeja el argumento definitivo que zanjaba una discusión que podía llevar horas:
- SuperMario tiene muchas más pantallas, es más difícil, más dinámico, tiene más personajes, es más divertido y más largo.
- Ya, pero es que Sonic, se transforma en súperguerrer...
Sonic había alcanzado la eternidad.